Los cimientos de la tesis


jueves, 27 de septiembre de 2012

Voy a necesitar mucha pericia para demostrar esta hipótesis








Nuestra tesis  postula  que la estética literaria de Gaston Bachelard puede ser estudiada como una “iniciación al método –suscitado- por una fenomenología del imaginario”, y es definido  como una progresión  de lector   hacia   una  adhesión íntima e innata con la imagen literaria  y una  escritura capaz de enlazar las imágenes dilucidando  a su paso  la  relaciones inmanentes que  éstas hacen emerger en la dimensión oculta del onirismo.  Asimismo  el proceso se caracteriza por  la sucesión de tres fases: la de empatía y afinidad hacia la imagen y su recepción, la de posesión, y por último, la  de juego. Porque la función de una fenomenología es intentar  trasponer la imagen literaria al ámbito de la creatividad en cuanto antes que un objeto de estudio es un estímulo psíquico que nos hace acceder a la ensoñación creadora.
Esta  “iniciación al modo de obrar  bachelardiano”, siendo fieles a  su singularidad, solo puede hacerse  siguiendo las pautas  muy bien  definidas por el filósofo francés como una  “fenomenología elemental”  donde     la aproximación lectora  actúa  como una lente de aumento que atiende siempre a “actos, breves, aislados, activos” (PE: 8), porque  “Es, pues, al nivel de las imágenes aisladas donde podemos repercutir  fenomenológicamente” (PE: 17), pues “toda la virtud de una  imagen está en un aislamiento-“(PE: 205). Las imágenes  llegan a ser como  “una pequeña locura experimental, como un grano de hachix virtual” (PE: 258), “fenómeno minúsculo de la conciencia refleja” (PE: 19).   De este modo  se pueden hacer“observaciones que pueden ser precisas” (PE: 11). De ahí que “la fenomenología se instruye por la brevedad misma de la imagen” (PE: 257), como una “fenomenología microscópica” (PE: 10), “una filosofía del detalle”.  (PE: 260). Y  es  precisamente   este aislamiento, esta toma de contacto con la imagen  concreta sin  un mayor proyecto, lo que nos  puede hacer remontar  hasta un  enfoque  ontológico.
“En especial, la conciencia de racionalidad tiene una virtud de permanencia que plantea un problema difícil al fenomenólogo: debe decir de qué modo la conciencia se enlaza en una cadena de verdades. Por el contrario, al abrirse sobre una imagen aislada, la conciencia imaginante tiene –por lo menos a primera vista- menos responsabilidades. La conciencia imaginante considerada en relación con imágenes separadas podía entonces proporcionar temas para una pedagogía elemental de las doctrinas fenomenológicas” (PES: 10, el subrayado es nuestro).
De este modo el fenomenólogo  tomando la imagen literaria como una pequeña fibra nerviosa, una ramita  cuyos brotes que puede estallar en múltiples direcciones,  al ser relacionadas en la mesa del escritorio con otras  imágenes  nos descubren, iluminan, nos asombran –de ahí el sentido heurístico que nosotros entendemos - al sentir de repente  como  entre  las imágenes heteróclitas se presiente una especial fluidez y constancia,  al desvelar un vector preciso   del dinamismo de la imaginación. 
    “Cuando los imágenes singulares, obra de dos poetas que sueñan por separado, llegan a encontrarse, parece que se refuerzan mutuamente. Esta convergencia de dos imágenes excepcionales representa, en cierto modo, una comprobación para la encuesta fenomenológica. La imagen pierde su carácter gratuito. El libre juego de la imaginación ya no es una anarquía” (PE: 91, el subrayado es nuestro).
Y este acto  que  exige  la participación   de  nuestra intuición, subjetividad  y nuestra creatividad, guarda  una  semejanza con la  labor de cualquier artista  en su taller  rodeado de sus cosas  cuando enlaza  unas con otras  con su  artesanía personal. Puede existir una  idea de partida,  un proyecto de unidad, la sospecha de una estructura, pero es el propio material  o los objetos  particulares,  que  hacen brotar  su sentido latente  de cohesión, dirigen su destino de naturalidad y claarifican su orden interno, y nos desvelan su sinceridad poética. La fenomenología bachelardiana solo puede ser  comprendida  finalmente como un “juego” en el que al ser  liberados de mayores servidumbres frente a las imágenes, en cuanto admite su propia modestia  de método y supone  una artesanía, estos fragmentos   se van enlazando  abriendo  en su devenir  las zonas ignotas de la imaginación humana encadenándose  en una ensoñación de ensoñaciones.
          Es por este motivo que la “iniciación”  a  la fenomenología bachelardiana debe antes dilucidar  la labor de una –lectoescritura- con el fin  de  que cada persona construya su propia y personal  ensoñación. Y este poeticoanálisis  que  cualquier  otro lector puede iniciar es lo que  Gaston Bachelard  intenta provocar  con sus ensayos de la imaginación.



 Siete meses...


Vida del animus-herrero-tenacidad-tenaza- el primer hombre que pudo aprehender el fuego.
Vida del anima-fenomenólogo de la imagen poética- pericia- peripatético. Jamás  me esforzado tanto en conseguir algo, y eso que me he visto solo  con proyectos  descomunales.

...un eslabón perdido...es como a veces me siento...

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